Si permites que tu corazón se llene de cosas perecederas y con fecha de caducidad, más pronto que tarde lo encontrarás vacío y te sentirás solo.
No te traiciones. Ni por dinero, ni por comodidad, ni por caer bien a los demás. Sé siempre fiel a ti mismo y no tendrás nada de qué avergonzarte.
En el laberinto del amor, como en tantas otras situaciones, la brújula que señala la dirección correcta es la inteligencia.
No juzgues a la rosa por sus espinas, sino por su belleza. No juzgues a tus amigos por sus defectos, sino por sus cualidades.
La verdad y la mentira están separadas por una línea tan delgada que algunos la traspasan sin darse cuenta.
No creas a todos los que aseguran ser tus amigos en los días de fiesta. Cuando te lleguen los momentos malos, observa quienes vienen a estar contigo y anota sus nombres. Sólo esos son tus amigos.
Cada día que amanece, cada niño que nace, cada verso que se escribe, cada amor que se sueña son señales de la victoria final de los hijos de Dios.